“Tupacamarú”. Miguel O.Menassa
Escuela de Poesía Grupo Cero
Director: Miguel Oscar Menassa
HOJA DE VIDA - Revista virtual de poesía -
Taller de los domingos a las 17.00h.
Alcalá de Henares
NÚMERO 26. Domingo 13-12-2009
Coordinador: Carlos Fernández del Ganso
"Cuello de cisne”. Miguel O. Menassa
LA MIRADA DEL CONDENADO
He visto los ojos sorprendidos,
cuando cruzan silenciosos
sobre cuerpos estáticos.
Extinguidas las lágrimas,
recuerdo que no había rastro de pena,
solo alguna estela débil
del perfume a jazmín del anochecer.
Y después su larga despedida
enredada en manos muertas,
letal beso de labios de cristal.
Una lejana huella sobre el pedernal del camino
en una tierra que el polvo sumió en su destino.
Nadie sintió el rumor de los besos
ni el amor en la retina bacía.
Lento destierro entre tinieblas dormidas,
de los que nunca volvieron.
Carmen Ortigosa Martín
“Guarida del amor”. Miguel O. Menassa
LA MITAD DE SU SOLDADO
Tiene media sonrisa,
media aguja del reloj,
medio amanecer,
medio lado de Dios
y un rostro tan lejano…
Con su pupila desnuda
consume todos los fantasmas
de su rostro,
se ata los zapatos
y se aprieta el corazón
en mitad de la batalla.
Vuelve para hablar
sin contemplaciones
del horror de la muerte,
del horror de la guerra,
esa bestia que no tiene mitad.
Suma en la noche
con sus ojos derramados
cinco puntos cardinales.
Esta vez, sabe,
que no quiere morir.
media aguja del reloj,
medio amanecer,
medio lado de Dios
y un rostro tan lejano…
Con su pupila desnuda
consume todos los fantasmas
de su rostro,
se ata los zapatos
y se aprieta el corazón
en mitad de la batalla.
Vuelve para hablar
sin contemplaciones
del horror de la muerte,
del horror de la guerra,
esa bestia que no tiene mitad.
Suma en la noche
con sus ojos derramados
cinco puntos cardinales.
Esta vez, sabe,
que no quiere morir.
Mónica López Bordón
DEMASIADO PEQUEÑA PARA CONTENER SUS CADÁVERES
¿Dónde estás cuando esas noches de verde claro,
de mediodías distantes,
de voces que alentan el tiempo,
de derrumbe de precipitadas nieblas,
escucho dulces melodías,
mecidas en cumbres de pájaros, cielos, mares?.
Hace tiempo que amarilis, glicinas y magnolias
acompañan y mantienen vivo mi corazón
en mi pequeño jardín de destierro.
Por las angostas calles de la palabra,
el rostro de la paz,
había sellado su canto,
había vestido de luto su blancura.
Sí amigo,
la muerte a veces retrocede,
y sus yertos tajos,
dan paso a esa doliente luz que es la vida.
Sí querido amigo,
la muerte a veces,
es demasiado pequeña
para contener sus cadáveres.
Vicente Prada Gómez
DEMASIADO PEQUEÑO PARA CONTERNER SUS CADÁVERES
Hay días en los que la lluvia lo atraviesa todo.
Días en los que la memoria amanece herida de verbos errantes.
Días en los que el encuentro con la muerte se disfraza con los versos que un amante dejó escritos bajo mi piel antes del amanecer.
Días en los que las lágrimas apenas contienen una sombra de penumbra vertical.
Días en los que el silencio lo puede todo,
Días en los que el camino es sólo una espiral temblorosa de infancia, la distancia se vuelve sangre abierta y el abismo es un límite de tiempo abierto escrito con las cenizas de los cadáveres sin tumba.
Y hay días en los que tropezar es toda compañía, las palabras se precipitan con la impaciencia de un amor de juventud, vivir se convierte en una ecuación sin fórmula precisa, y querer, es un no poder con nombre de soledad.
Días en los que la memoria amanece herida de verbos errantes.
Días en los que el encuentro con la muerte se disfraza con los versos que un amante dejó escritos bajo mi piel antes del amanecer.
Días en los que las lágrimas apenas contienen una sombra de penumbra vertical.
Días en los que el silencio lo puede todo,
Días en los que el camino es sólo una espiral temblorosa de infancia, la distancia se vuelve sangre abierta y el abismo es un límite de tiempo abierto escrito con las cenizas de los cadáveres sin tumba.
Y hay días en los que tropezar es toda compañía, las palabras se precipitan con la impaciencia de un amor de juventud, vivir se convierte en una ecuación sin fórmula precisa, y querer, es un no poder con nombre de soledad.
Soledad Caballero Castro
"Leyendo a García Lorca”. Miguel O Menassa
CONEJERAS HUMANAS
volver a empezar… y volver otra vez a la justicia abstracta
de traficantes de emociones
a los desiertos de carne en medio del nauseabundo hedor a ropas
y cuerpos impregnados de miseria
una vida entera de silencios en la distancia como ruidosos pasos…
o como roce de trozos de papel impulsados por la brisa…
e incluso como discretas conversaciones entre fantasmas
situados en lugares invisibles
volver a las galerías hipnóticas de olvidos y de fantasías
donde los guapos parecen fetos al amanecer
los cerdos tienen alas y el mundo al fin de cuentas es plano
y cuida de sus patitos feos con buen ojo…
donde el ego infinitivamente elástico y en constante evolución
convence que los números tienen forma invisible pero aprehensible
por la mente
donde solamente la luna impulsa a aullar a la locura
y que la multiplicación y división son tan sólo maneras distintas
de organizar las formas
procuro no pensarlo… y que nada me lo recuerde:
las conejeras humanas esperan por sí el pájaro veían de nuevo
entre paredes que quiebran la lucidez y agitan los espejos
en una sobredosis de verdad… y siguen preguntándose
si la inocencia se te podría inculcar cuando no pueden detenerte
ni retardarte ni pueden eludir el último toque…
ni son capaces de describir correctamente el beso de la luz
a un sordo anónimo que acaba ciego…
su tiempo no está atado a un pasado color de rosa
erosiona en una sonrisa de niño con dientes de lobo
o en lágrimas moqueantes de un adulto sin pañuelo…
o aguanta firme y desafiante a un esqueleto inocente
de un ratón con músculos inexistentes
que le dan más que nunca el aspecto de una araña
de miembros como palos nudosos…
su tiempo erosiona en las antiguas maneras de hablar
que tardan tanto en morir como la fe
que las había engendrado
de traficantes de emociones
a los desiertos de carne en medio del nauseabundo hedor a ropas
y cuerpos impregnados de miseria
una vida entera de silencios en la distancia como ruidosos pasos…
o como roce de trozos de papel impulsados por la brisa…
e incluso como discretas conversaciones entre fantasmas
situados en lugares invisibles
volver a las galerías hipnóticas de olvidos y de fantasías
donde los guapos parecen fetos al amanecer
los cerdos tienen alas y el mundo al fin de cuentas es plano
y cuida de sus patitos feos con buen ojo…
donde el ego infinitivamente elástico y en constante evolución
convence que los números tienen forma invisible pero aprehensible
por la mente
donde solamente la luna impulsa a aullar a la locura
y que la multiplicación y división son tan sólo maneras distintas
de organizar las formas
procuro no pensarlo… y que nada me lo recuerde:
las conejeras humanas esperan por sí el pájaro veían de nuevo
entre paredes que quiebran la lucidez y agitan los espejos
en una sobredosis de verdad… y siguen preguntándose
si la inocencia se te podría inculcar cuando no pueden detenerte
ni retardarte ni pueden eludir el último toque…
ni son capaces de describir correctamente el beso de la luz
a un sordo anónimo que acaba ciego…
su tiempo no está atado a un pasado color de rosa
erosiona en una sonrisa de niño con dientes de lobo
o en lágrimas moqueantes de un adulto sin pañuelo…
o aguanta firme y desafiante a un esqueleto inocente
de un ratón con músculos inexistentes
que le dan más que nunca el aspecto de una araña
de miembros como palos nudosos…
su tiempo erosiona en las antiguas maneras de hablar
que tardan tanto en morir como la fe
que las había engendrado
Piotr Rzany
Bello número de Hoja de Vida. Hay cambio en la escritura, me han gustado todos.
ResponderEliminarun abrazo
Féliz Navidad poetas y adelante con la poesía.
ResponderEliminarBesos
Alejandra