"Tupacamarú", Miguel O Menassa
Llamaradas de amor. Miguel O. Menassa
Creyó que era la primera vez,
que un hombre besa a una mujer.
Pego los labios sobre el laberinto
como si de un huracán se tratara.
Acato las leyes del último paladín
y traspaso las puertas que se abrían a su paso,
dando fe de su nacimiento entre otros.
Los mapas de las migraciones,
acompañan los viajes,
describe sus hazañas con la pericia de una raíz
engarzada a las flores del viento.
Era un cuerpo de mujer, nadie lo duda,
ese imposible gesto de poseer,
suave armonía entre las manos,
cuando despliega imágenes.
Compone mujeres sin nombre,
guarda en moradas blancas el sentido de algún alma.
Quiso poseer sus labios cuando le dio el primer beso,
después lo amortizo en su larga vida,
y deslizó en palabras,
alianzas de brillo y cabelleras de mujer,
ojos de azul mar, y labios carnosos,
toda la verdad sobre los besos,
en el cuerpo de la verdadera mujer. Ella: Poesía.
Escuela de Poesía Grupo Cero
Director: Miguel Oscar Menassa
HOJA DE VIDA - Revista virtual de poesía -
Taller de los domingos a las 17.00h.
Alcalá de Henares
NÚMERO 23. Domingo 21-11-2009
Coordinador: Carlos Fernández del Ganso
Director: Miguel Oscar Menassa
HOJA DE VIDA - Revista virtual de poesía -
Taller de los domingos a las 17.00h.
Alcalá de Henares
NÚMERO 23. Domingo 21-11-2009
Coordinador: Carlos Fernández del Ganso
Pongo violeta aquí. Miguel O. Menassa
LA MIRADA DEL CONDENADO
Miraba el condenado la senda de su destino,
le quedaban solamente algunos recuerdos
esbozados a modo de murciélagos perdidos
y desorientados.
Sabía el condenado que el mundo era mundo
y el corazón ese pájaro amado de grandiosos vuelos
que tenía que conquistar sin grandes batallas
porque su tiempo era el tiempo del humano.
Tenía el condenado en sus ojos unas pupilas inmensas,
bondadosas, donde ya no había lugar para el ayer.
Estaba sentado en el borde de una fuente,
veía la plaza y a los niños correr.
Se frotaba los ojos. Era un flamante exiliado
de la rebeldía y el odio.
Contemplaba en el espejo su silueta partida en dos
al igual que las sílabas rotas de su nombre.
El condenado no creía en nada.
Buscaba una palabra para él, una voz sosegada,
el aroma de una metáfora cálida
que le abriera los ojos a la noche.
Con los labios apretados, muy apretados
acarició el resplandor de la piel desnuda
y escribió un verso, para nadie.
MÓNICA LÓPEZ BORDÓN
Miraba el condenado la senda de su destino,
le quedaban solamente algunos recuerdos
esbozados a modo de murciélagos perdidos
y desorientados.
Sabía el condenado que el mundo era mundo
y el corazón ese pájaro amado de grandiosos vuelos
que tenía que conquistar sin grandes batallas
porque su tiempo era el tiempo del humano.
Tenía el condenado en sus ojos unas pupilas inmensas,
bondadosas, donde ya no había lugar para el ayer.
Estaba sentado en el borde de una fuente,
veía la plaza y a los niños correr.
Se frotaba los ojos. Era un flamante exiliado
de la rebeldía y el odio.
Contemplaba en el espejo su silueta partida en dos
al igual que las sílabas rotas de su nombre.
El condenado no creía en nada.
Buscaba una palabra para él, una voz sosegada,
el aroma de una metáfora cálida
que le abriera los ojos a la noche.
Con los labios apretados, muy apretados
acarició el resplandor de la piel desnuda
y escribió un verso, para nadie.
MÓNICA LÓPEZ BORDÓN
La rueca del destino. Migiel O. Menassa
LA MIRADA DEL CONDENADO
Ese hombre que escucha el veneno,
el ansia sin brazos,
el grito sin boca,
la mano sin dedos,
el corazón buscando una salida.
Ese hombre que se abandona
a la suave y pesada candidez de la carne,
que se hunde en la inercia de la nada,
en el olvido del todo.
Ese hombre sin nombre,
piensa en mitad del bosque,
tiembla como el mar embravecido,
se detiene ante la tierra
que le habla con voz de siglos olvidados,
y acaricia la muerte.
Ese hombre que se pregunta
quien le llama en lo oscuro,
que golpea sus sienes
la maldición de los dioses,
que observa con temor y deleite su propio vacío,
ese hombre tiene la mirada del condenado.
VICENTE PRADA GÓMEZ
Ese hombre que escucha el veneno,
el ansia sin brazos,
el grito sin boca,
la mano sin dedos,
el corazón buscando una salida.
Ese hombre que se abandona
a la suave y pesada candidez de la carne,
que se hunde en la inercia de la nada,
en el olvido del todo.
Ese hombre sin nombre,
piensa en mitad del bosque,
tiembla como el mar embravecido,
se detiene ante la tierra
que le habla con voz de siglos olvidados,
y acaricia la muerte.
Ese hombre que se pregunta
quien le llama en lo oscuro,
que golpea sus sienes
la maldición de los dioses,
que observa con temor y deleite su propio vacío,
ese hombre tiene la mirada del condenado.
VICENTE PRADA GÓMEZ
Poeta encandilado. Miguel O. Menassa
HISTORIA DE UN BESO
Un viento liguero mueve las hojas caídas a la altura de las rodillas.
Colores infantiles decoran los edificios de perfil metálico que marcan el contorno difuminado en las cuadrículas de una luna sin tiempo.
Los pasos apresurados de una sombra retumban con el eco de las palabras que pronuncia el invierno con labios azules, y a veces, el suelo se abre en un abismo de recuerdos, nostalgia de unos brazos abiertos en círculos concéntricos.
En la mesita, los sueños, con su aroma a respuesta, su sabor a caligrafía,…… y esa palabra siempre por decir, apuestan por un futuro en presente de indicativo, juego en palabras de tímida mirada que hacen de cada verbo una historia con título en infinitivo, escribir, hablar, leer, amar, besar ….. donde la vida es un continuo venir de palabras, un camino sin retorno.
Escribo besar.
La página se estremece, la historia se hace nombre y escribo beso.
Las metáforas desatan su pasión más allá de los márgenes del abecedario.
Es la historia del encuentro entre las palabras.
SOLEDAD CABALLERO CASTRO
Un viento liguero mueve las hojas caídas a la altura de las rodillas.
Colores infantiles decoran los edificios de perfil metálico que marcan el contorno difuminado en las cuadrículas de una luna sin tiempo.
Los pasos apresurados de una sombra retumban con el eco de las palabras que pronuncia el invierno con labios azules, y a veces, el suelo se abre en un abismo de recuerdos, nostalgia de unos brazos abiertos en círculos concéntricos.
En la mesita, los sueños, con su aroma a respuesta, su sabor a caligrafía,…… y esa palabra siempre por decir, apuestan por un futuro en presente de indicativo, juego en palabras de tímida mirada que hacen de cada verbo una historia con título en infinitivo, escribir, hablar, leer, amar, besar ….. donde la vida es un continuo venir de palabras, un camino sin retorno.
Escribo besar.
La página se estremece, la historia se hace nombre y escribo beso.
Las metáforas desatan su pasión más allá de los márgenes del abecedario.
Es la historia del encuentro entre las palabras.
SOLEDAD CABALLERO CASTRO
Llamaradas de amor. Miguel O. Menassa
LA MIRADA DEL CONDENADO
en la noche demasiado cansada
pasé de moda…
entre nubes como piedras
¡nadie es todo músculo o todo cerebro!
¿y el asombro?
a veces tan sola…
tan desnuda…
¿dónde está el asombro?
nunca será igual
en tus ojos oscuros
en tu pelo oscuro
que no habías heredado
en tu media sonrisa
que ¡SÍ! habías heredado
¿y el asombro?
¿ por qué el niño no se vuelve ni rojo ni azul
al introducirlo al agua del baño!
¿dónde está el asombro?
fechar el lunar bronceado del brazo izquierdo
como una reliquia del sol
fechar la camisa blanca de un viejo
que se ha olvidado de reír
fechar el viento que no puede defenderse
sobre un trozo de papel
¡fecharlo todo!
fecharlo todo… a partir de mi propio entierro
empezar no con un parto sino con una muerte
no aprender sino ir olvidando
no olvidar sino comenzar siempre por la pérdida
¡para acabar siempre en el asombro!
PIOTR RZANY
en la noche demasiado cansada
pasé de moda…
entre nubes como piedras
¡nadie es todo músculo o todo cerebro!
¿y el asombro?
a veces tan sola…
tan desnuda…
¿dónde está el asombro?
nunca será igual
en tus ojos oscuros
en tu pelo oscuro
que no habías heredado
en tu media sonrisa
que ¡SÍ! habías heredado
¿y el asombro?
¿ por qué el niño no se vuelve ni rojo ni azul
al introducirlo al agua del baño!
¿dónde está el asombro?
fechar el lunar bronceado del brazo izquierdo
como una reliquia del sol
fechar la camisa blanca de un viejo
que se ha olvidado de reír
fechar el viento que no puede defenderse
sobre un trozo de papel
¡fecharlo todo!
fecharlo todo… a partir de mi propio entierro
empezar no con un parto sino con una muerte
no aprender sino ir olvidando
no olvidar sino comenzar siempre por la pérdida
¡para acabar siempre en el asombro!
PIOTR RZANY
Recuerdos de tu paso. Miguel O. Menassa
LA PRIMERA VEZ QUE UN HOMBRE BESÓ A UNA MUJER
Creyó que era la primera vez,
que un hombre besa a una mujer.
Pego los labios sobre el laberinto
como si de un huracán se tratara.
Acato las leyes del último paladín
y traspaso las puertas que se abrían a su paso,
dando fe de su nacimiento entre otros.
Los mapas de las migraciones,
acompañan los viajes,
describe sus hazañas con la pericia de una raíz
engarzada a las flores del viento.
Era un cuerpo de mujer, nadie lo duda,
ese imposible gesto de poseer,
suave armonía entre las manos,
cuando despliega imágenes.
Compone mujeres sin nombre,
guarda en moradas blancas el sentido de algún alma.
Quiso poseer sus labios cuando le dio el primer beso,
después lo amortizo en su larga vida,
y deslizó en palabras,
alianzas de brillo y cabelleras de mujer,
ojos de azul mar, y labios carnosos,
toda la verdad sobre los besos,
en el cuerpo de la verdadera mujer. Ella: Poesía.
CARMEN ORTIGOSA MARTÍN
Hola Hoja de Vida,
ResponderEliminarExcepcional trabajo el de estos poetas. Escritura profunda, metáforas deliciosas, versos que llegan al corazón. Y siempre Ella: la Poesía.
Felicidades.