sábado, 28 de mayo de 2011

HOJA DE VIDA Nº 48


HOJA DE VIDA Número 48 - Revista virtual de Poesía-




AMOR ENTRE COLORES-Óleo de Miguel MENASSA





ESCUELA DE POESÍA GRUPO CERO
DIRECTOR: Miguel Oscar Menassa
HOJA DE VIDA - Revista virtual de poesía -
Taller de los domingos a las 17.00h.
Alcalá de Henares
NÚMERO 48- Domingo 22-05-2011
COORDINADOR: Carlos Fernández del Ganso









POETA DEL MES DE MAYO- Federico García Lorca



LA SANGRE DERRAMADA


¡Que no quiero verla!
Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
¡Que no quiero verla!
La luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras
¡Que no quiero verla¡
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!
¡Que no quiero verla!
La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!
Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un rio de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡¡Yo no quiero verla!!


Federico García Lorca



POEMAS DEL TALLER


VIAJE DE PALABRAS


El viento se detiene
en los límites de mi piel,
arrancando de estas manos
la carne que golpeando a la muerte
atraviesa un alma
invadida por la distancia.

La noche murmura tu presencia,
con un silencio interrumpido de caricias,
cuerpos estremecidos
y pedazos de luna
revueltos en vertiginosos abismos.

Se abre mi vientre
en la orilla del deseo,
delirio de sangre
que se hunde en el clamor
de las cadenas,
a la sombra de una huida de besos imprecisos,
labios ceñidos,
cayendo hasta el infinito.



Soledad Caballero Castro






LLANTO CONTENIDO HASTA PALIDECER



Hoy no te puedo decir de qué color es la piel que sufre,
ni a que lugar va la voz que no sale de la garganta,
ni que puñado de enigmas desbaratan el sendero,
cuando un humo denso es un encuentro.

Busco en la memoria de mi muerte el pentagrama
que me haga latir al ritmo de corazones sangrantes.
Un espejismo de soledad me sacude los cimientos
de un alma macerada al sol de mayo.

Hay ecos de voces que no convidan al festín
y firman la sentencia del olvido sin apenas reparar
que la perdida es del reo y del verdugo.

Tu, que escuchas tras la puerta
crees que has inventado la vida
con un fogonazo incierto en medio de mis pupilas.


Carmen Ortigosa Martín


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